martes, 3 de noviembre de 2009

Ciudad Juárez: Razón de Estado

Colaboración para el Norte de Ciudad Juárez.
1 de noviembre de 2009



El clamor de los juarenses por paz y seguridad ha recibido la respuesta solidaria de los pueblos de América. Gracias a la convocatoria lanzada por la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), se celebró en nuestra ciudad el II Foro Internacional “Inseguridad, dolor evitable”, en agosto pasado.
Con un enfoque más ciudadano y social que oficial y gubernamental, congregamos a autoridades, académicos, integrantes de la sociedad civil organizada, líderes políticos y especialistas de seguridad pública provenientes de 22 países.
Dicha diversidad de naciones se vio reflejada en la pluralidad política de quienes aceptaron venir a colaborar con este constructivo trabajo. Nuestros esfuerzos no sólo estuvieron al margen, sino muy por encima de los partidos y los gobiernos, de la politiquería o las cautelas electorales.
Todo lo contrario. Desde un principio tuvimos como objetivo toral ser propositivos, colaborar, señalar caminos y alternativas para trabajar por la pacificación de nuestra comunidad.
Con esta visión siempre presente, nuestros invitados hicieron una solidaria “Declaración de Ciudad Juárez” y elaboraron una serie de propuestas plasmadas en el documento “101 acciones para la paz”.
Este documento no es uno más de los muchos que se han hecho sobre la frontera. Destaca por ser producto del pensamiento plural y reflejar experiencias internacionales exitosas, también por no tener sello partidista o gubernamental; pero, sobre todo, brilla en sus páginas la impronta del humanismo y un gran sentido práctico.
Cualquier persona que lo lea —desde un padre de familia hasta un político, desde un periodista a un ama de casa— encontrará sugerencias prácticas, concretas y realizables para colaborar en la construcción de la seguridad pública.
Sus 101 propuestas se plantean de manera directa a los gobiernos, a las corporaciones policiacas, a las familias, a las instituciones educativas, los académicos y las iglesias, a los medios de comunicación, a los partidos políticos, a las instituciones democráticas, a los organismos de la sociedad civil y a la comunidad en general.
Quienes vivimos en Ciudad Juárez quisiéramos ver este mismo enfoque de unidad, apartidista, solidario, que no busca ganancias políticas, en todos los esfuerzos de combate a la inseguridad pública.
Ya basta de esfuerzos aislados e iniciativas unipersonales. No habrá tranquilidad sin cohesión social y política, no construiremos la paz sin que impere una visión de Estado.
El tema de la inseguridad es tan delicado que no podemos esperar que lo enfrente exitosamente un gobierno, sea el federal, el estatal o el municipal; es más, ni siquiera es posible que los tres juntos y coordinados rindan buenas cuentas. Para ello se necesita de todos quienes integramos nuestra sociedad, como señalan las conclusiones de la “Declaración de Ciudad Juárez”.
Gracias a iniciativas aisladas se han realizado muchas acciones, pero sus resultados han sido pobres. Un ejemplo de ello es la presencia del Ejército que, a pesar de su voluntad, su patriotismo y su espíritu de sacrificio, no ha logrado reducir la violencia. Sólo se ha conseguido desgastar vanamente la admiración que siempre sentimos por el uniforme verde olivo.
Por ello, quienes habitamos en esta frontera podemos suponer que la guerra contra el narco ha respondido a impulsos, pero no a esfuerzos premeditados, planeados y consensuados con las diferentes fuerzas políticas y sociales.
Como consecuencia de tales impulsos nuestra tranquilidad, nuestra economía, la manera en la que nos relacionamos unos con otros y hasta nuestras vidas familiares se han deteriorado como nunca antes. Únicamente durante la Revolución corrió tanta sangre en nuestro terruño.
Aunque me parece loable la decisión de nuestro presidente, Felipe Calderón, de combatir al crimen organizado, no puedo decir lo mismo de la forma, pues sus resultados están a la vista en las calles de Ciudad Juárez.
Urge una estrategia diferente, que tenga como indispensable punto de partida reanimar a los juarenses y encauzar su tradicional fuerza a la construcción colectiva de la paz. Urge que se llame a una gran alianza nacional por Ciudad Juárez. Urge que el destino de nuestra comunidad sea razón de Estado.
Por todo ello, el II Foro Internacional “Inseguridad, dolor evitable” fue un esfuerzo deliberado por demostrar que un frente contra la inseguridad es tan exitoso como la pluralidad de quienes lo integran.
Resultó gratamente conmovedor ver que personas de todas las regiones del Continente y también de Europa aceptaran venir a nuestra Ciudad (a pesar de que hay quienes sienten miedo de hacerlo) a aportar, a solidarizarse, a compartir nuestras cargas y a darnos una razón más para la esperanza.
Porque sólo así, sumándonos con generosidad en un esfuerzo que no reconozca fronteras sociales, geográficas ni políticas, podremos avanzar hacia una Ciudad Juárez con justicia, seguridad y paz.
El próximo año conmemoramos dos siglos de que los mexicanos se atrevieron a volver a empezar, a cambiar el rumbo de la historia patria radicalmente y lograr la Independencia de México. También celebraremos un suceso histórico en el que Ciudad Juárez fue fundamental: la Revolución Mexicana.
Por ello, 2010 es una gran oportunidad para todos. Algo grande va a pasar, eso es indudable. De nuestra cuenta corre que sea algo positivo y constructivo.
2010 será una oportunidad para que nuestros gobernantes hagan de Ciudad Juárez una razón de Estado. Una oportunidad para que cada uno de nosotros, los ciudadanos, nos sumemos a la lucha contra la inseguridad, una oportunidad para, juntos, volver a empezar.

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