Ningún partido, que se precie de ser demócrata, puede decidirse a forjar una coalición política sin una profunda reflexión y un nutrido diálogo. Por ello, durante las últimas semanas he mantenido un estrecho contacto con panistas de todo el país y he estado varias veces en Chihuahua, Durango, Puebla, Zacatecas, Nuevo León, Tlaxcala, Estado de México y Oaxaca, así como en el Distrito Federal, para fomentar el debate y el intercambio de información.
Aunque cada estado tiene sus particularidades políticas, pesa un factor común a todos los militantes: existe una gran inquietud y serias dudas sobre la congruencia de aliarse con el partido de la Revolución Democrática. Dudan, y con sobrada razón, de su sinceridad democrática.
Ya he dicho en reiteradas ocasiones que las coaliciones electorales son una opción válida en democracia. Que son una oportunidad para evitar confrontaciones estériles por razones ideológicas, para privilegiar las coincidencias por encima de las diferencias programáticas. Pero he insistido también en que sólo es ético recurrir a ellas cuando las inspira una causa superior de bien común y no una ambición de poder, el precipitado deseo de suplantar un régimen establecido o un simple revanchismo político.
Sostengo que Acción Nacional —mi partido— no puede traicionarse a sí mismo empeñando el futuro del pueblo, ni el propio, en una aventura electoral con el Partido de la Revolución Democrática, cuyos militantes merecen mi respeto en tanto personas, pero que como organización partidaria son un riesgo para la consolidación democrática de México. Y argumento por qué:
Por congruencia con nuestra trayectoria. Tenemos un programa de acción sustentable, cimentado en una doctrina humanista, que no es compatible con el programa populista y demagógico, carente de principios, del PRD. Somos un partido de exigencias máximas que para ganar una elección busca convencer a los ciudadanos, persuadir su voluntad en favor de nuestras propuestas y nuestros candidatos. No espera victorias acumulando fuerza política bruta con un partido que sólo de eso dispone para ganar.
Por respeto a nosotros mismos y a la vida institucional de México. El 2006 ganamos la Presidencia de la República en las urnas. Lo hicimos sin alianza electoral, con el esfuerzo de nuestros militantes y el respaldo de los ciudadanos. Hoy es día en que el PRD y quien fue su candidato perdedor, no sólo no reconocen nuestro triunfo, sino que han llamado “espurio” al presidente Felipe Calderón, se niegan a reconocer su investidura y sistemáticamente se oponen a sus iniciativas y a las del PAN en el Congreso Federal.
Por sentido de responsabilidad. No podemos sumar nuestro esfuerzo a un partido que sin recato suele violentar la ley y el orden para imponer su voluntad; que ha justificado acciones violentas como las de la APPO en Oaxaca. O que ha sido solidario con movimientos armados como el EPR o el EZLN. Por algo Felipe Calderón se refirió a ése partido y a su excandidato presidencial como “un peligro para México”.
Por elemental sentido común. Para no desmotivar a nuestros militantes ni confundir a nuestros simpatizantes. Quienes han sido el soporte fundamental de nuestra permanencia política por setenta años y han sido pacientes para esperar a que nuestras propuestas fructifiquen en las urnas.
Por experiencia. Aliados al PRD, ya fuimos parte de precipitaciones electoreras que resultaron perdedoras. Las que fueron exitosas en las urnas, resultaron un completo desastre en el gobierno: Nayarit y Chiapas, donde los gobiernos hicieron más mal que bien, y donde decepcionamos a muchos ciudadanos que habían creído en nosotros.
Por recomendación de nuestros fundadores. Gómez Morin nos enseñó que no podemos consentir el bien mal hecho porque es peor que el mal y aniquila la esperanza. González Luna nos advirtió que no debíamos arriesgar el destino de México en un episodio electoral. Una alianza del PAN con el PRD equivale a hacer mal el bien y representa un riesgo cortoplacista.
Coaliciones, ¿estrategia o tentación?
Estas conclusiones —a las cuales no he arribado solo, sino auxiliado por el pensamiento y la palabra de muchos compañeros— hacen posible pensar que, últimamente, el PAN no ha cumplido del todo con su tarea de formar líderes y construir una estructura que hoy le permitan competir al mejor nivel. Por lo tanto, las coaliciones se presentan como un atajo para alcanzar los resultados electorales que no se ha sabido construir avanzando por el camino recto del trabajo cotidiano.
Para evitar caer en esta tentación, es necesario asegurarnos que todas las coaliciones cumplan con los requisitos que garantizan su validez democrática, principalmente el de estar firmemente cimentadas en un proyecto con alcances postelectorales. Sólo así podremos hacer que las coaliciones fortalezcan institucionalmente a los partidos y se conviertan en un factor de cambio positivo y democratizador para la sociedad mexicana.
Señor Espino: Me queda claro que es usted tan cínico como sus compañeros panistas. ¿El PAN no hace mal el bien? y qué fue entonces toda la campaña negra armada desde su partido para lograr el fraude que tiene hoy a Calderón en la presidencia, por eso se le califica de espurio, de ilegítimo. Por favor, no se haga el indignado ni el sorprendido. Aclaro que no soy perredista, pero también aclaro que no soy ningún imbécil. El PAN es un partido incongruente desde hace mucho, porque ya ha hecho alianzas con otros partidos para contender por alcaldías y gubernaturas, ¿o qué? ¿ya no lo recuerda?
ResponderEliminarEl verdadero peligro para el país son un partido y un gobierno que ignora las voces y los reclamos de la gente, como los maestros oaxaqueños o los comerciantes de San Salvador Atenco, de los cuales hay algunos que han sido condenados a purgar penas extraordinarias por defender su tierra, su espacio, sus derechos. Calderón y su hipócrita partido son el verdadero peligro para México.
No suponga que todos le creemos, hay una sociedad informada y que está al pendiente de todo. Estaremos vigilando su actuar, no lo dude.
Este asusto es personal, entre ustedes y nosotros: deje de mentir con tanto cinismo.
Cualquier aclaración estoy a sus órdenes, aunque, seguramente no contestará, tal como corresponde a su espíritu panista.
Gabino Navarro
5539487623 y gabinonavarro@yahoo.com.mx