viernes, 15 de enero de 2010

México, nación migrante

La realidad social mexicana está definida por los migrantes. Migrantes de los países hermanos del sur que son víctimas de la corrupción de nuestras autoridades y de la rapacidad de la delincuencia, mientras hacen de nuestro país un camino o un nuevo terruño, en la búsqueda de un destino mejor. Migrantes mexicanos que sin dejar el territorio nacional buscan mejores condiciones de vida, sobre todo en el centro y en el norte del país. Migrantes que lenta y pacíficamente exploran los Estados Unidos, llevando a México en sus corazones, sus costumbres y sus tradiciones, sin jamás desarraigarse.También migrantes muertos. Según la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, desde 1994 “más de cinco mil mexicanos han perdido la vida en el desierto, en ríos y montañas en la frontera norte”. Durante 2007 y 2008 en la frontera han fallecido un promedio de tres mexicanos cada dos días.

La migración: arma contra la crisis

Este 12 de diciembre miles de connacionales arribaron a la Catedral de San Patricio, en Nueva York, para elevar plegarias pidiendo que las autoridades estadounidenses aprueben una reforma migratoria. Un legislador norteamericano del Partido Demócrata, Luis Gutiérrez, anunció la presentación de una iniciativa de ley de reforma migratoria. Con gran esperanza y visión, el dirigente de una organización de migrantes, Joel Magallán, apuntó: “Los inmigrantes no son un tema recién a discutir cuando la situación económica se resuelva; los inmigrantes pueden ser un factor clave para la reactivación económica. Legalizados, podrían iniciar nuevos negocios, aumentaría el consumo y la inversión en la economía”. Acertadas palabras, sin duda.Tan acertadas que, con ocasión del Día Internacional del Migrante, Ban Ki-moon, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), afirmó que la migración es parte de la solución a largo plazo de las crisis económicas en el mundo, a pesar de que muchos tengan percepciones exactamente contrarias.

Incierto porvenir

Desgraciadamente, parece que la situación de los migrantes empeorará durante el próximo año. La experiencia nos permite prever que las visiones xenófobas, desinformadas o políticamente interesadas podrían atajar la consolidación de una reforma migratoria en Estados Unidos, aprovechando precisamente los miedos que desata la crisis.A ello se suma la falta de actividad que en esta materia ha mostrado la diplomacia mexicana. Su labor ha estado marcada por los desencuentros con Canadá, Cuba, Francia y China y las pésimamente manejadas relaciones con Honduras, que hasta pusieron en una situación embarazosa al Presidente Felipe Calderón. Con tantas polémicas, poco tiempo ha quedado para abogar por los migrantes. A ello se suma un dato sumamente importante: la Comisión de Población, Fronteras y Asuntos Migratorios de la Cámara de Diputados calcula que el total de las remesas recibidas este año será menor en nueve mil millones de dólares a las de 2008, un 30% menos.Esta drástica disminución en una de las tres principales fuentes de ingresos para el país, junto con el turismo y el petróleo, no sólo agravará la situación de los migrantes y de sus familias, también podría afectar la economía mexicana en general.

Migrantes: agentes de desarrollo

Para una persona solidaria y libre de prejuicios es evidente que las trágicas muertes relacionadas con la migración podrían ser evitadas y convertidas en oportunidades de crecimiento, de intercambio cultural y económico. Sin dejar de reconocer que todo Estado soberano tiene la obligación y el legítimo e incuestionable derecho de ordenar el paso por sus fronteras, es posible sostener que ejercer sus prerrogativas con sentido humanista puede contribuir a que la migración sea más fructífera y segura.Ojalá y mexicanos como los que se expresaron este 12 de diciembre, muy al norte de nuestro país, cuenten con más acompañamiento político y más solidaridad de nuestras autoridades. Todo migrante tiene un corazón valiente y esperanzado que lo lleva a enfrentar duros desafíos en la búsqueda de dignidad y oportunidades. Es por elemental justicia que a ellos, que tanto han sacrificado y que tanto han dado a nuestra nación, debemos otorgar ese reconocimiento y ese apoyo en sus luchas que tanto merecen.

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